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El origen de las especies y la selección natural

Estrategias de mercado y soportes de venta en las expresiones de comida callejera
Escenas de la comida callejera en Santiago

Alejandro Durán "et al", 2011

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El origen de las especies y la selección natural

Estrategias de mercado y soportes de venta en las expresiones de comida callejera
Escenas de la Comida Callejera en Santiago

Liliana de Simone, Valentina Pozo, Marisol Rojas, Elisa Salvat, Daniel Muñoz, Domingo Moreno, Enzo Borroni, Tomás Pastene, Carolina Montt, Rodrigo Salcedo & Alejandro Durán, 2011

Los procesos evolutivos en las distintas especies naturales se han caracterizado por evidenciar y preservar aquellas cualidades que determinan un mejor desempeño en un entorno particular. Si bien estas modificaciones exitosas parecen irrumpir y prolongarse en el tiempo a partir de fenómenos reconocibles desde la biología (Charles Darwin, 1859), la observación de las prácticas de consumo en el espacio público y el análisis de los usos y costumbres que envuelven al comercio callejero, nos permiten establecer ciertas similitudes entre las teorías evolutivas y la forma en que emergen las estrategias comerciales exhibidas por los distintos exponentes de esta tradición culinaria.

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- Mariscal en contenedor de plástico transparente.


















































































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- Puesto de maní confitado tradicional.

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- Carro de venta de maní "Nuts for Nuts".

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- Variación del tradicional puesto "Nuts for Nuts".

















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- Carro supermercado modificado para cocción y venta.


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- Venta de sopaipillas en carro.


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- Venta de vasos de fruta fresca.


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- Puesto de fruta fresca y alimentos procesados.


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- Puesto de venta decorado con temática oriental.


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- Medidas de higiene para la venta de alimentos.

Estas estrategias particulares de nuestra cultura urbana se expresan tanto en un plano inmaterial - principalmente estrategias de venta y promoción - como en soportes tangibles que acompañan las ofrendas gastronómicas santiaguinas. Desde esta perspectiva el presente capítulo tiene como propósito principal describir y analizar a partir de la perspectiva del diseño, las relaciones que surgen entre consumidores y vendedores de comida callejera. De igual manera expone casos que ejemplifican las adaptaciones en la definición de los productos, estrategias de promoción, plaza y diseño de plataformas de venta.

Mariscal con merquén
Crónica de una degustación urbana



Aparentemente algo nervioso, incluso un poco tenso al contestar nuestras preguntas, pero dando claras muestras de un sentido del humor que sólo se cultiva entre quienes conviven con la fauna santiaguina. Pancho, un reconocido vendedor callejero de mariscales y ceviches comenzó a preparar uno de los productos que lo caracteriza, mariscal de reineta acompañado de pulpo y cebolla morada. En estos momentos es probable que como lector haya sentido la misma sorpresa e incluso incredulidad e incluso incredulidad nuestra, al oír los ingredientes de este singular ?plato? del menú urbano santiaguino. Factores ambientales y un imaginario cargado de precauciones sanitarias nos alertaba del posible y desafortunado término de nuestro recorrido gourmet en algún centro de salud.

Si bien en un comienzo nuestra expresión de desconfianza pudo perturbar a nuestro anfitrión, Pancho, experimentado decodificador de las sutilezas del metalenguaje facial, se anticipó ante cualquier sensación de angustia y nos calmó diciendo:

No se preocupe patrón, todo está cocido y limpiecito. No puedo permitir que se me enferme un cliente, no ve que le hace mal al negocio...


A partir de ese momento, el rito que envolvió el proceso de venta no permitió un segundo de distracción. Tras abrir su caja de plumavit y ubicar estratégicamente sobre su tapa un arsenal de condimentos, entre los que destacaban un par de limones cortados en mitades, un pequeño recipiente con merquén molido y un frasco de vidrio que contenía al parecer por una nuez moscada en polvo; nuestra versión urbana del chef Ferran Adrià nos preguntó,

"¿Cómo les gusta? picante, normal o prefiere que le dé el toque de la casa".

La decisión fue sencilla y unánime, y aunque era claramente un contrasentido hablar del toque de la casa estando sobre el puente Los Carros, ubicado frente al Mercado Central de Santiago, optamos todos por degustar la alternativa que nos proponía nuestro anfitrión. Si el lector se aventura en comenzar su propia búsqueda de esta extraña variante del menú urbano, le advierto que no se encontrará con la versión descrita por los puristas de la cocina marina, por el contrario, la versión que degustamos no viene en plato sino en un austero contenedor de plástico transparente, y aunque el sabor es muy refrescante, el exceso de ají parece anular al resto de los sabores, que en nuestro caso, fueron sazonados con una mezcla sutil de pimienta blanca, una abundante ración de ají merquén, un poco de raspado de nuez moscada y un leve toque de limón. Tras revolver cuidadosamente con una cuchara de plástico los elementos que emergían del contenedor, nos entregó nuestros mariscales y esperó pacientemente a que le diéramos nuestra opinión; la cual me reservaré para no arruinar la sorpresa de aquellos que deseen descubrir por su cuenta estas demostraciones culinarias.

Luego de un inicio algo incierto, lidiando muchas veces con los prejuicios y temores propios de la exploración culinaria urbana, pero seguro de un resultado satisfactorio, Pancho, ya más tranquilo e incluso algo desenvuelto en este escenario nos explicó:

Todo se basa en tener el producto ideal en el momento preciso. Yo no salgo a la calle hasta que no falta muy poco para la hora de colación, mis ceviches son perfectos para estos días con sol. Aunque la gente teme quedar con algún olor, la clave está en la forma en que los preparo, los lugares que elijo para vender y el recorrido que tomo;...soy un caminante", nos explicaba.
Durante los fines de semana paseo en ferias y mercados, es la única forma de competir con los puestos de lomito o sopaipillas, en cambio durante los días de semana la estrategia es simple: me ubico cerca de los puestos de comida rápida o los locales que venden almuerzos a los oficinistas. Dejo que les de hambre con los olores y carteles que ellos tienen y luego les ofrezco alguno de los platos que vendo.


No obstante el caso de Pancho puede parecer fuera de lo común, podemos observar tanto en Santiago como en el resto del país, cientos de expresiones culinarias igual de interesantes, personajes portadores de una tradición urbana que se ha nutrido tras generaciones de interacción en el espacio público y que han sido capaces de identificar las prácticas propias de un entorno en evolución y adoptar los nuevos paradigmas culturales y sociales en sus ofrendas gastronómicas. De la misma forma, podemos reconocer en este proceso de adaptación, la emergencia de estrategias comerciales que sin duda nos dan luces de un conocimiento genotípico, transferido entre los distintos individuos de un sistema y que reconoce el dinamismo de una industria en constante cambio.

Selección natural, supervivencia de los adecuados
Camuflaje en organismos inducidamente adaptados



Darwin reconoció que toda población está compuesta de individuos levemente distintos unos de otros. Estos rasgos propios de cada organismo le otorgan capacidades para adaptarse al medio natural, reproducirse exitosamente y transmitir estas características a su descendencia. Con el paso de las generaciones, las variaciones de los organismos que mejor se adaptaron a las condiciones del entorno se vuelven más comunes y la población evoluciona. Darwin denominó este fenómeno "descendencia con modificación". Mientras que el proceso en el que la naturaleza selecciona los individuos mejor adaptados para sobrevivir y reproducirse, se conoce como "selección natural".

En el caso de la venta de alimentos en el espacio público, si bien no observamos estructuras diferenciadoras tan claras como las que estudió Darwin en sus viajes, si podemos reconocer un proceso de evolución y selección natural que no se hace evidente en las instancias comerciales tradicionales. La volatilidad de los soportes de venta y la incertidumbre sobre los puntos de comercialización, ocasionado por cambios en las regulaciones municipales o sanitarias, o bien por la necesidad de emigrar a lugares con mayor potencial de expansión, permite el surgimiento de modificaciones y sofisticaciones que muchas veces toman generaciones en evidenciarse en el mundo biológico.

Es interesante como el concepto de selección del organismo mejor adaptado parece tener nuevas interpretaciones en el mundo de la comida callejera. En un entorno natural, la presencia de un organismo con rasgos físicos especializados para la obtención de un beneficio particular, puede significar un éxito evolutivo que destrona y erradica a otros individuos de un mismo hábitat; mientras que en el caso del comercio callejero, poseer cualidades diferenciadoras no determina una ventaja excluyente. Por el contrario, el dinamismo de los procesos urbanos y la variedad de posibilidades en la industria de la comida callejera establece canales de comunicación que de forma viral y extremadamente veloz extiende esta nueva cualidad y la replica en el resto de los miembros.

Este tipo de comportamiento lo podemos observar entre distintos exponentes de una misma ofrenda económica. Los individuos de un entorno parecen reconocer la familiaridad entre los consumidores del "mejor adaptado" y deciden sumarse a un imaginario que facilita su inserción en un determinado mercado. Al imitar los elementos de su identidad, marca o estrategia de venta, logran validar sus productos y competir nuevamente por su cuota de mercado. Si bien los grados de similitud en nombre, logotipo y técnicas de venta parecen traspasar la frontera del plagio; la aceptación de estas tácticas por parte del medio y la inexistente exigencia en el respeto de la propiedad intelectual permite la proliferación de estos organismos inducidamente adaptados.

Un ejemplo claro de este fenómeno se manifiesta en la venta de maní confitado en el centro de la ciudad. En este caso, la comercialización está caracterizada por la presencia de carros metálicos de color negro, una sombrilla blanca con franjas anaranjadas y un aroma a vainilla que rodea varios metros a la redonda. Parece a primera instancia un monopolio de la empresa "Nuts4Nuts", caso emblemático de emprendimiento nacional, pero tomando atención en los detalles, los consumidores que habitan y compran estos productos podrán reconocer que cada puesto tiene diferentes formas de reinterpretar la identidad marca de esta conocida línea de carros.

Las variaciones son sutiles pero evidentes y el listado de nombres alternativos van desde el similar "NutsNuts" hasta versiones menos cercanas e independientes como "EnjoyNuts" o "N4N"; cada uno de ellos manteniendo la línea gráfica de la marca de maníes y utilizando los recursos del reconocido Luis ?Conejo? Martínez, creador de la marca original.

Tras caminar por unas cuantas cuadras del centro de Santiago podemos reconocer que las mutaciones superan al caso aislado. Los patrones de posicionamiento, promoción y venta son prácticamente iguales, fuertemente condicionadas por la identidad del carro original y aprovechando valores que ya han sido asumidos por un entorno acostumbrado a la seguridad de una marca consolidada.

Desde una visión tradicional parece incomprensible este camuflaje corporativo, la idea de asemejarse al individuo predominante no se condice con el imperativo comercial de buscar la diferenciación desde una oferta única y la incorporación de rasgos identitarios pregnantes y memorables; pero desde una perspectiva evolutiva, la asimilación de estas características, calza con el mimetismo mülleriano descrito por el zoólogo alemán Johann Friedrich Theodor Müller (David West, Fritz Müller: A Naturalist in Brazil, 2003); este tipo de mimetismo se refiere a dos especies no comestibles que se imitan mutuamente y que exhiben una coloración vistosa de advertencia. Al igual como lo hacen la mariposa Monarca y la mariposa Virrey, especies encontradas en el Amazonas y que comparten gamas cromáticas y distribución de manchas para evidenciar a sus depredadores que ambas poseen un mal sabor; los vendedores callejeros imitan las características del mejor adaptado y de este modo, comparten los beneficios que el mercado le ha asignado.

Puesto que varios exponentes tienen la misma apariencia para el consumidor, las ventas se distribuyen sobre varias "especies", mientras que la imagen del organismo principal se potencia y perpetúa.

Variación en la naturaleza y distribución geográfica
Movilidad y variación de las ofrendas culinarias



Las razones que contienen la tendencia natural de una especie a aumentar su número son diversas e innegablemente complejas. Si bien la disponibilidad de alimento parece indicar el límite extremo que cada especie puede alcanzar; con frecuencia lo que determina el promedio de individuos no es el obtener alimento, sino el servir de presa a otros animales (Charles Darwin, 1859).

Desde esta lógica, el clima también desempeña un papel fundamental para determinar la densidad de una población. Esta acción exógena parece, a primera instancia, por completo independiente de la lucha por la supervivencia; pero en tanto el clima obra principalmente reduciendo el alimento, lleva a la más severa lucha entre los individuos de una misma especie y que viven de la misma clase de alimento.

Cuando una especie, debido a circunstancias favorables, aumenta extraordinariamente en número en un pequeño hábitat, sobrevienen frecuentemente modificaciones, en algunos casos monstruosidades, que persiguen la diferenciación y la búsqueda del éxito entre los integrantes de la comunidad.

En el caso de nuestra investigación, ciertos puntos de la ciudad se han diferenciado por su alto tráfico de visitantes. Esta proliferación de núcleos de transeúntes que habitan e interactúan en zonas de Santiago, tradicionalmente asociadas a actividades comerciales o culturales, ha propiciado la aparición de puestos de comida callejera que reconocen la alta densidad demográfica y el constante número de transacciones que en ellos se realizan. Entre estos casos podemos reconocer las estaciones de transporte, intersecciones de grandes avenidas o paseos de uso público.

Si bien todos los lugares analizados ostentan un alto grado de diversidad en su oferta, al igual que un constante dinamismo en sus estrategias comerciales; uno en particular, el barrio Patronato, nos llamó especialmente la atención debido, en un comienzo, a su repentino cambio en la oferta, y luego, por su clara diferenciación con el resto de los exponentes culinarios presentes en Santiago. Este barrio tradicional de la ciudad, ubicado entre calle Loreto por el oriente y Avenida Recoleta por el poniente, se constituye como un punto obligado en la ruta femenina de búsqueda y compra de indumentaria y accesorios nacionales e importados a precios muy bajos. Sus estrechas veredas acogen a miles de visitantes, principalmente mujeres, que recorren el sector descubriendo nuevas propuestas comerciales e interactuando con las comunidades extranjeras que han convertido a esta zona, en el distrito multicultural de la ciudad.

Durante las primeras sesiones de estudio de campo, tras registrar y catalogar los puestos existentes, podíamos observar que la taxonomía de alimentos presentes en esta zona era similar en su composición a la que emergía en otros puntos de la ciudad. Múltiples carros de sopaipillas, puestos de mote con huesillo, vendedores de arrollados primavera y carros de supermercados transformados en parrillas de anticucho poblaban la totalidad del barrio. Si bien las porciones eran menos abundantes que las que aparecían en otras locaciones, ?la carta? no variaba radicalmente.

Luego de un par de meses de investigación, pudimos apreciar el surgimiento de una nueva e insipiente especie: el carro de fruta picada. En un comienzo los avistamientos fueron ocasionales y relegados principalmente a carros de verduras cercanos a La Vega; pero luego de unas semanas, la zona comenzó a poblarse de puestos que ofrecían distintas variedades de esta versión urbana de la ensalada de frutas; algunas específicas de un fruto en particular - vasos de frutillas o piña picada -, otras versiones variopintas, tropicales e incluso sutiles sofisticaciones como la adición de yogurt a la mezcla, caracterizaban la nueva oferta nutricional del barrio. La hipótesis inicial nos llevó a presuponer que el período estival tenía una directa relación con la modificación en la dieta de los visitantes y que el cambio en el menú se producía transversalmente en los distintos exponentes urbano. Tras contrastar durante el mismo segmento temporal otros lugares de la ciudad, logramos reconocer que este fenómeno era propio del barrio y no estaba asociada exclusivamente con el aumento en la temperatura.

Nos encontrábamos frente a una especie de isla Galápagos del comercio callejero, un lugar en que las distintas especies habían evolucionado, cambiado sus características, y de paso, erradicado toda señal de grasas saturadas y desterrando a los tradicionales asadores de carne o los freidores de masas. Si bien el río Mapocho separa al barrio de la zona sur de Santiago, no existía en este caso un océano que aislara las especies y que permitiera esta diferenciación tan clara de la oferta.

Al entrevistar a los vendedores y hacer seguimiento a los visitantes del lugar, la variable que gatillaba el cambio en la oferta se hizo evidente: [1] la tendencia a una alimentación sana, sumado al [2] alto porcentaje de público femenino que se dirige a este sector en búsqueda de ropa, anulaba la posibilidad de ofrecer alimentos que atentaran contra una silueta esbelta. El pudor que producía comprar y comer sopaipillas o anticuchos mientras las vendedoras de ropa les consultaban sobre tallas y dimensiones, alteró los productos que los comerciantes callejeros ofrecían, reemplazando el aceite caliente por el jugo de frutas y la mostaza por el yogurt.

Si bien esta modificación en la estrategia de producto, basada en una definición rigurosa de las características del cliente, parece obvia en la planificación de cualquier emprendimiento; ninguno de los exponentes comerciales tradicionales que existen en la zona la ha asumido como una oportunidad de negocios. El catastro de locales está repleto de fuentes de soda, panaderías y locales que venden empanadas y sándwich repletos de calorías; mientras que en las calles la gente camina con vasos de frutas, jugos naturales y alimentos cada vez más sanos y especializados en un mercado mayoritariamente femenino.

Este proceso evolutivo no se ha detenido, por el contrario, desde la aparición de los primeros especímenes hasta el desarrollo de este capítulo, han surgido nuevas variaciones y estrategias, reconociendo aquellos elementos que son significativos para las clientas. Podemos observar como sutiles mejoras en el servicio, como cortar y preparar los platos en el mismo lugar, potencia la percepción de frescura, además de disipar cualquier sospecha sobre el origen o calidad de los ingredientes utilizados. Carmen, una de las vendedoras de fruta del barrio nos comentó:

Lo importante es escuchar a las amigas de las que compran, las que compran ya están listas, son las que las acompañan las que te dan datos. Por ejemplo, siempre creen que las frutas están malas o podridas y que las cortamos hace días. Pero cuando las comenzamos a cortar acá en el carro, mucha más gente se puso a comprar; incluso dejamos unos pocos vasos sobre el carro, porque las niñas más jóvenes prefieren los vasos que preparamos en vivo.


Este constante feedback con los transeúntes, reconoce el valor del entendimiento cualitativo de los usos y costumbres por sobre el registro y análisis cuantitativo de una industria; permite que los vendedores callejeros construyan una base de conocimiento compartido de las necesidades de sus consumidores, y en paralelo, hace permeable un imaginario renovado y cada vez más cercano con las nueva realidad cultural. Esta caracterización del mercado no se limita a consideraciones económicas o productivas sino que hace acento en la construcción de arquetipos (Alan Cooper, The Inmates are Running the Asylum, 2004)que den pistas sobre las tendencias y estructuras mentales que determinan el éxito de un nuevo producto.

De la misma manera en que una dieta sana ha renovado la gama de productos disponibles, el origen multicultural del barrio ha determinado la proliferación de puestos especializados en alimentos extranjeros. La fuerte presencia de inmigrantes chinos, árabes, peruanos y coreanos nos permite apreciar expresiones gastronómicas muy diversas que trascienden los locales comerciales e inducen la mutación de la oferta y la estética utilizada por los vendedores callejeros. Es habitual encontrar vendedores de sushi o arrollados primavera en gran parte de la ciudad, pero en esta zona, la utilización de simbología oriental y el despliegue de sabores específicos de la cultura china, conectan fuertemente el origen culinario de los productos con un público que valora la verosimilitud de los soportes e ingredientes.

De la misma forma en que los puestos asumen un carácter oriental y se vinculan emocionalmente con una comunidad extranjera, la definición de los productos también reconoce las prácticas y procedimientos incorporados por otras culturas. En el caso de la comunidad árabe, presente desde hace más de 40 años en el barrio, la necesidad de productos específicos ha abierto un nuevo nicho comercial que ha sido aprovechado por puestos que venden hojas de parra y zapallos italianos ahuecados, necesarios para la preparación de múltiples platos y consumidos principalmente en establecimientos comerciales tradicionales del sector.

Los vendedores reconocen que la demanda de ciertos productos debe ir acompañado del entendimiento de los códigos lingüísticos que utilizan los miembros de un colectivo para interactuar. Estos juegos de lenguaje (Carla Cordua, Reorientación de la filosofía, 1997) facilitan la interacción a partir de la familiaridad que se construye entre los agentes involucrados.

Esta impronta humanista posibilita la transformación de la venta desde una transacción entre privados hacia una performance culinaria, enriqueciendo el vínculo entre los actores y catalizando una experiencia emocionalmente enriquecida. Asimismo, este en actuar la venta, en una representación que involucra tanto la sensación como el conocimiento racional de un ámbito particular (Brenda Laurel, Computers as Theatre, 1993) conecta y facilita el posicionamiento de este tipo de ofrendas económicas.

Hibridismo y afinidades mutuas de los organismos
Extrapolación de las cualidades exitosas



Los mecanismos de adaptación y descendencia con modificación no sólo se limitan a la copia de los rasgos exitosos, en algunos casos, la desaparición en un ambiente hostil puede ser una estrategia de supervivencia clave.
En el caso de depredadores mayores, franjas de colores que se mezclan con la vegetación permiten acosar a sus presas sin ser vistos; mientras que animales ubicados en escalafones inferiores de la cadena alimenticia, desarrollan sistemas para no ser percibidos o escapar de situaciones de peligro: desprender partes del cuerpo para distraer, permanecer inmóvil o exhibir los mismos tonos de la superficie que los acoge, son algunas de las técnicas que han prevalecido en los organismos biológicos.

La habilidad del camuflaje, recurso primigenio en el mundo biológico, tiene interpretaciones adaptativas renovadas en el ámbito del comercio callejero. Si bien la hostilidad no está representada por depredadores; las regulaciones sanitarias y municipales, acompañada por los distintos niveles de contención que ejercen las autoridades han hecho que los exponentes de la cultura gastronómica urbana, desarrollen mecanismos de camuflaje dignos de un proceso evolutivo de incontables generaciones.

Una de las técnicas más difundidas es la homogenización de los soportes y los colores de los puestos de venta. Estas uniformidad en las características estéticas de los puestos, parecía no reconocer el valor de la diferenciación, pero a diferencia del caso de los maníes en el centro, tampoco adoptaban las cualidades o estrategias comerciales de ningún exponente reconocido. Al observar con mayor detención, podíamos distinguir que los colores utilizados en los carros correspondían a los colores institucionales de las municipalidades en las que se situaban los puestos. Esta medida simple pero de gran eficacia, tenía por objetivo confundir a inspectores o policías, haciendo alarde de un vínculo inexistente con la autoridad. Esta generación de clusters artificialmente reconocidos y aprobados, generaba un efecto similar al del camuflaje animal. Al mantener una estructura equivalente con puestos de información y material de difusión institucional, lograban acercarse a la normalidad y no ser cuestionados por ningún tipo de fiscalizador.

En otros casos, el hibridismo de situaciones y la confusión que ella produce, permite que el desarrollo de la venta de comida callejera no sea cuestionada o reprimida. En ciertas situaciones, la venta de alimentos se oculta tras la venta de los soportes de venta en que se comercializan los productos. Este fenómeno se vincula con ferias libres o puntos de venta de objetos usados en los que un horno presumiblemente "a la venta", es el instrumento para cocinar distintos productos que se comercializan en el lugar. Debido a esta unificación con el resto de los vendedores de objetos, el puesto desaparece y la transacción se puede llevar a cabo sin la incertidumbre de ser requisada o multada.

Si bien estas estrategias tienen como fin la supervivencia, existen otras adaptaciones que emergen desde la necesidad de abrir nuevos mercados y posicionar sus ofrendas económicas en escenarios distintos a los habituales. Es así como la hegemonía del "guatón parrillero", parece que ha sido desafiada por vendedores de comida callejera, que en vista de la construcción de espacios mentales cercanos y familiares, son capaces de extrapolar situaciones hogareñas y llevarlas al entorno urbano.

Esta perspectiva propia del diseño de experiencias, ha sido asumida por distintos exponentes de la cocción con carbón. Como plantea Nathan Shedroff, los elementos que constituyen un evento exitoso son identificables y reproducibles, por lo tanto, diseñables (Nathan Shedroff, Experience Design, 2001).

Los neo-parrilleros han logrado replicar las cualidades abstractas de los eventos familiares de fin de semana y han logrado montarlas en puestos itinerantes de comida al paso. Los menús incluyen brochetas de distintos ingredientes y cantidades que dependen exclusivamente del tipo de público que accede habitualmente. En la zona de Independencia, los puestos se adaptan al público que trabaja en las inmediaciones: este mercado que no cuenta con el tiempo necesario para desplazarse por las calles cercanas, accede a estos productos gracias a la reconversión de los carros de supermercados en parrillas móviles, que acompañadas de una música que avisa de su llegada, recorren las calles vendiendo anticuchos. En este caso, los productos son de menor tamaño que lo habitual, pensados para que las personas puedan comprar y comer en un tiempo reducido.

En otros lugares donde la presencia de público es más constante y permanente, los carros se han modificado para incluir contenedores de pebres, pan cortado y servilletas, mientras el anfitrión luce un delantal y un par de utensilios propios de un asado del mes de septiembre. De esta manera, la ambientación, indumentaria y accesorios que acompañan cada carro, nos sitúan en un escenario que rememora principalmente un asado familiar de fin de semana y no la transacción de un producto de consumo entre privados. Grados de cercanía y conversaciones sobre los acontecimientos ocurridos en la actualidad son la tónica de este tipo de puestos. Logrando generar un alto grado de empatía entre los transeúntes y permitiendo una aceptación transversal por parte de los actores del espacio público.

Recapitulación
Diseño de experiencias o causalidad ambiental



A diferencia de la selección natural que obra solamente por acumulación de variaciones sucesivas, generando pasos cortos y evidenciando aquellas variaciones positivas de los organismos; el desarrollo de estrategias y soportes de venta en el ámbito de la comida callejera tiene la ventaja de la velocidad y la distribución viral del conocimiento adquirido. Todas estas adaptaciones, algunas espontáneas, otras desarrolladas a base de ensayo y error, son muestras inequívocas de un proceso que ha reconocido tanto la variedad de integrantes que conforman nuestra sociedad como las condiciones culturales en que emergen estas nuevas prácticas.

Las leyes complejas y dinámicas que rigen la aparición de las distintas especies animales son las mismas, hasta donde podemos determinar, de las que facilitan el surgimiento de nuevas situaciones comerciales urbanas. En ambos casos las modificaciones en el entorno parecen haber producido algún efecto directo y definido, pero no podemos decir con que intensidad estas innovaciones comerciales son obra de la causalidad o de un diseño participativo y consciente.

Bibliografía



Darwin, Charles (2001) [1859]. El Origen de las Especies, editorial EDAF S.L.
Cooper, Alan (2004). The Inmates are Running the Asylum, Sams - Pearson Education Publishing
Cordua, Carla (1997). Wittgenstein: Reorientación de la Filosofía. Santiago : Dolmen Ediciones.
Laurel, Brenda (1993). Computers as Theatre. Addison-Wesley Professional
Norman, Donald (2009). The Design of Future Things. Basic Books; First Trade Paper Edition
Shedroff, Nathan - Diller, Steve - Rhea, Darrel (2008). Making Meaning. New Riders Press; First Edition
Shedroff Nathan (2001). Experience Design. Waite Group Press
West, David (2003). Fritz Muller: A Naturalist in Brazil. PocahontasPress; First Edition

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